Transición Energética: ¡Sé utópico, consigue lo posible!
- Por una rápida y completa descarbonización de la electricidad.
- Por una paciente, enérgica e intensa apuesta por la ciencia y la tecnología de la Transición haciendo uso de todas las opciones bajo el principio de neutralidad tecnológica.
- Por un uso inteligente de las moléculas renovables.
En contraposición al ¡sé realista, pide lo imposible! del mayo francés del 68 se impone la necesidad urgente de llevar a cabo la utopía de lo posible, tan lejos y tan rápido cuanto podamos, y de evitar la frustración melancólica de lo imposible. Porque algo profundo se está incubando.
La cruel invasión de Ucrania ha removido perspectivas hasta ahora desatendidas. Con perplejidad leemos como el reformista Macron acaba de pedir una pausa regulatoria. En la misma semana del pasado mayo, Von der Leyen, quién hasta ahora había sido una gran impulsora de la agenda verde comunitaria, ha manifestado que “deberíamos prestar atención a la capacidad de absorción” de nuevas medidas. Al mismo tiempo, de manera súbita, eclosiona en Holanda un nuevo partido, el de los campesinos-ciudadanos –BBB–, que ha logrado ser el más votado. Esto se une a la reacción de los “chalecos amarillos” de la vecina Francia.
Pero, si miramos más lejos, vemos al ministro de energía de la India reclamando priorizar el crecimiento –o sea, reducir la pobreza– sobre la descarbonización. Por otra parte, India estaría imitando lo practicado por China hasta ahora, lo que la ha posicionado como responsable del aproximadamente 30% de las emisiones. En este contexto los países BRICS alcanzan del orden del 50% de las emisiones frente a un aproximado 30% de los países OCDE. Asunto diferente sería nuestra responsabilidad en el stock acumulado en la atmosfera.
Por otra parte, la seguridad de cada uno de los eslabones de la cadena de valor del abastecimiento competitivo de energía primaria, de las materias primas críticas y de las tecnologías de uso vuelven a primer plano. Se están instrumentalizando para proyectar poder estratégico. Todo ello está degradando el marco de confianza en el que se desenvolvían las cadenas de valor y sus rutas logísticas planetarias confiadas al buen funcionamiento del multilateralismo pactado. La geografía llena de colores ha vuelto con fuerza.
De manera casi súbita se ha vuelto relevante la ubicación de las minas de las materias primas críticas, de las refinadoras donde se procesan y de las fábricas de bienes tecnológicos. En este sentido, la reciente “Inflation Reduction Act –IRA–” de EE. UU. o los debates que en la actualidad se viven en Australia sobre cómo controlar territorialmente la mayor parte de la industria de procesamiento de las materias críticas ponen de manifiesto las nuevas preocupaciones que con seguridad retrasarán y encarecerán la colosal transformación que supone la descarbonización de la sociedad.
Pero, la relevante provisión de “bienes públicos globales” como son la paz, la salud, la seguridad alimentaria, la prosperidad que lleve a la eliminación de la pobreza y la descarbonización, no será posible sin la cooperación multilateral entre Estados soberanos.
¿Cómo debemos interpretar estos movimientos en una Europa donde tan decisiva es la opinión pública que legitima la acción política? La iniciativa, el poder y la economía siempre han sido materias delicadas, los ingredientes esenciales del gobierno de los ciudadanos. Pero, como sujetos portadores de dignidad, derechos y obligaciones, el péndulo del poder siempre ha estado oscilando entre la oportunidad utópica de conseguir lo imposible y el arte de llevar a cabo lo posible. Esta segunda opción, casi siempre carente de épica y lírica, cuando se desempeña con ambición realista, puede hacer posible el logro de cotas históricas de avances sociales evitando las convulsiones que se derivan de la frustración de lo inalcanzable. Cuando tengamos dudas, es altamente recomendable encontrar inspiración en los casi 30 siglos de historia del Egipto faraónico.
Por ello, debemos preguntarnos que metas, además de necesarias y urgentes, debemos considerar alcanzables y cuales, desgraciadamente, no lo son por ahora, ya sea por no disponer de las tecnologías habilitadoras (IEA’s 2022 update of Tracking Clean Energy Progress), o, en otros casos, por decisión soberana de los Estados.
Llegados aquí, haciendo uso de todas las opciones tecnológicas disponibles, bajo el principio de neutralidad tecnológica, con los ritmos adecuados y de manera inteligente, preguntémonos que prioridades tienen que formar parte de la utopía de lo posible.